Botox, ¿Qué es y para qué sirve?

La Dra Grethel Rivas, especialista en oculoplastia de Victoria de Rojas Instituto Oftalmológico, responde a las preguntas más frecuentes acerca de este tratamiento médico.

La toxina botulínica es una neurotoxina, elaborada por una bacteria (clostridium botulium) que actúa reduciendo la acción muscular, modificando el balance de fuerzas entre los músculos agonistas y antagonistas, permitiendo que ciertas áreas de la cara se eleven, simplemente al reducir la actividad de un músculo depresor. Lo que hace, en definitiva, es producir un bloqueo del músculo.

¿Es lo mismo la Toxina Botulínica que el BOTOX?

Lo primero, aclarar que el BOTOX es el nombre comercial de la presentación más popular de la toxina botulínica aprobada en Europa, pero también podemos encontrar el VISTABEL, XEOMIN y DYSPORT; la diferencia entre todas ellas es la concentración de la toxina en el envase. Será más conveniente utilizar un envase u otro dependiendo de la cantidad de toxina que tengamos que administrar al paciente.

¿Y es seguro aplicar una toxina?

Existen 8 serotipos diferentes de toxina botulínica; la que se viene utilizando desde hace más de 40 años en el ámbito estético es la de tipo A, y es un tratamiento médico seguro si es aplicado por un profesional.

¿Cuáles son sus indicaciones?

Cuando hablamos estrictamente de Oftalmología, la toxina puede ser utilizada tanto para reducir las arrugas de expresión, especialmente del tercio superior del rostro (entrecejo, frente, patas de gallo…), como para el tratamiento de patologías neuromusculares como el blefaroespasmo esencial, cuyo padecimiento puede ser incapacitante. Se trata de espasmos involuntarios progresivos del músculo orbicular de los ojos y los faciales superiores, que se desencadenan por leer, conducir, por estrés, o simplemente por estar expuesto a una luz brillante.

De hecho, fue al tratar a pacientes con esta condición, cuando un oftalmólogo se percató de que, además de tener menos espasmos, no tenían arrugas en la zona del entrecejo, y por eso se empezó a utilizar con fines estéticos.

Esta toxina también puede estar indicada para provocar un cierre temporal de los párpados en pacientes con parálisis facial, o con incapacidad del cierre completo de los ojos, para reducir el riesgo de queratitis por exposición (que en casos graves podría llegar a la perforación corneal). Existen otras indicaciones menos conocidas, como, por ejemplo, sus aplicaciones sobre la glándula lagrimal con el fin de disminuir la producción de lágrima en pacientes con ojo lloroso que no son candidatos a cirugía.

¿Qué efectos secundarios pueden aparecer cuando aplicamos la toxina cerca de los ojos?

La mayoría de las complicaciones oculares responden a una errónea aplicación de la toxina botulínica; por eso es tan importante que sea aplicada por un oftalmólogo especializado en oculoplastia.

La complicación más frecuente es que se produzca la caída del párpado, perjudicando la expresión facial y dificultando la visión. El profesional debe conocer profundamente la anatomía de la zona y la expresión natural del paciente, para que este tipo de situaciones no se produzcan. Otros problemas que pueden surgir son la imposibilidad de cerrar el ojo completamente (con el consiguiente riesgo por exposición de la córnea), el lagrimeo constante e incluso la aparición de síndrome de ojo seco.

¿Qué hacer si el párpado está caído tras el tratamiento?

A veces ocurre que la toxina se difunde hasta el músculo elevador del párpado superior produciéndose lo que se denomina ptosis palpebral (párpados caídos). Las cejas se pueden ver levantadas intentando compensar esa caída. La toxina tiene un efecto temporal, por lo que esta secuela cede en un plazo aproximado de 2 a 3 semanas, aunque depende de la cantidad de toxina inyectada.

¿Tiene la toxina alguna contraindicación?

No es recomendable utilizarla en pacientes con otras patologías neuromusculares, o que tengan alergias a la albúmina o al cloruro sódico, o a la misma toxina. Además, se debe tener mucho cuidado en no aplicarla en pacientes con lesiones cutáneas, o que hayan tenido algún tratamiento quirúrgico reciente o algún tipo de infección en las áreas a tratar. Y, por supuesto, no es indicado administrarla durante el embarazo y la lactancia.

Se puede concluir que la toxina botulínica es un medicamento útil y seguro en manos profesionales, que nos permite ofrecer al paciente tanto resultados estéticos muy buenos como tratar patologías oculares incapacitantes.

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